La Brújula que mira al sur
Temas culturales
lunes, 30 de junio de 2025
Ciento diez y ochos años de compañía
Por: Joaquin Reyes Posada
Siempre listos para servir, los scouts del mundo celebran este año de 2007 los primeros cien años de creación de su movimiento. Al cumplir un siglo, nada satisface más el orgullo de millones de miembros en los cinco continentes, que guiados por el espíritu de ese gran cultor que fue Robert Stephenson “Lord” Baden-Powell, nacido en Londres el 22 de febrero de 1857, hoy se entregan en cuerpo y alma a hacer camino al andar a través de sus actividades y a ofrecer servicios sociales donde quiera que su mano tendida sirva para aliviar necesidades de la gente menos favorecida, los niños, las mujeres, los ancianos. A esas causas acuden los scouts con una entrega que revela la nobleza de su acción cotidiana.
Hijo de un educador y su madre hija de un almirante y nieta de Joseph Brever, explorador de América, Baden Powell fue descendiente de un religioso y de un aventurero colonizador de las tierras del Nuevo Mundo. De niño tuvo una vida en contacto permanente con la naturaleza, al aire libre, al lado de sus cuatro hermanos, con quienes realizó excursiones acampando en atractivos lugares de Inglaterra. Excelente compañero y guía, su instinto casi sobrenatural por la vida de aventura lo llevó a ser líder en los juegos de la escuela, en las caminatas por los bosques aledaños, en resolver problemas que requerían de su capacidad innata para hallar soluciones. Cuando cumplió 20 años, prestó servicio en actividades de la guerra. Ingresó en el ejército sin necesidad de inscribirse en la Academia como debiera, en virtud al resultado del examen al que tuvo que someterse. Su preparación fue tal que acumuló experiencias nuevas que se constituyeron en la fuente de inspiración que lo llevó a la idea de fundar el escultismo, en el verano de 1907.
Con un grupo de 20 muchachos, viajó a la isla de Brownsea, en el Canal de la Mancha. Ese viaje es tenido en cuenta como el primer campamento scout que se conozca. Un éxito rotundo se logró, pues la experiencia de vida fue difundida de inmediato y su resultado retumbó en toda Inglaterra. En los primeros meses de 1908, Baden Powell publicó su Manual de Adiestramiento llamado "Escultismo para Muchachos". El eco de la publicación cautivó a miles de muchachos más dentro y fuera de su país, pues poco a poco, sin que el libro se exhibiera en los anaqueles de las librerías, muchachos del mundo entero incentivaron el movimiento y avivaron la pasión por las actividades que se comenzaron a desarrollar a tenor de las enseñanzas de su fundador.
Se formaron enseguida grupos en todas partes, las primeras patrullas y tropas, más campamentos cada día y aún mejor organizados. La filosofía scout se expandió como una llama viva y sus brasas arrasaron con el pesimismo de la juventud, pues encendieron el anhelo de servir a los demás y de prestar su valioso aporte a causas humanitarias y sociales. Creció tanto, que en 1910 había alcanzado proporciones incalculables para Baden Powell. Su obra se vió materializada con hechos concretos y con el sueño de aportarle a la historia un legado de semejante magnitud. Hizo mucho por su patria e influyó a nivel internacional para que en todos los países el escultismo cumpliera con los mismos cometidos, que son educar a la juventud del presente para mejorar el futuro de las naciones. Ahora que se habla tanto de Cien Años de Soledad del Nobel Gabriel García Márquez, podemos decir del escultismo que estos han sido Cien Años de Compañía, pues sus miembros son solidarios, nunca se sienten solos, se ayudan entre sí y ayudan a los demás siempre listos para servir.
domingo, 29 de junio de 2025
AQUI ESTOY Y AQUI ME QUEDO
Bogota mi Casa, mi Ciudad
AQUI ESTOY Y AQUI ME QUEDO
Por: Joaquín Reyes Posada
La ciudad donde nací, crecí y en la cual sigo viviendo, donde algunos de mis sueños se han cumplido y otros se han disuelto en un lugar de olvido, la Bogotá para compartir experiencias, ilusiones y una mirada hacia el futuro, merece de nuestra parte todos los esfuerzos encaminados a mejorar la vida social, mediante vínculos y realizaciones concretas a través de obras en campos de trabajo, entre ellos el teatro, la música, las artes plásticas, la educación y la cultura ciudadana.
Digo que aquí estoy y aquí me quedo, porque aparte de ser la ciudad de mis afectos, es también la de las posibilidades. Temas como el medio ambiente, la educación, el civismo, los derechos humanos, etc.). El objetivo es de informar a los bogotanos, de animarles a participar en la vida de la ciudad y de proponerles acciones simples para mejorar su calidad de vida, como la de todos los habitantes de Bogotá.
Si usted tiene competencia en unos de esos temas, BogotaMiCiudad.com le puede ofrecer una tribuna para hacer conocer su trabajo o su experiencia. Escriba, cuente una historia, sea testigo y actor de la transformación cultural de la ciudad, reviva el pasado y sueñe el futuro.
sábado, 16 de noviembre de 2013
Las caries de la séptima
Por: Joaquín Reyes Posada
La carrera séptima entre calles 40 y 60 parece hoy una zona de postguerra. Un paisaje de casas centenarias prácticamente destruidas, sometidas al paso del tiempo, a la humedad y a la herrumbre. En lenguaje de odontólogo, una dentadura invadida de caries, amarillenta y con un sarro difícil de tratar. Así se ve en ambos costados. Al caminar por el sector se constata el abandono por parte de sus propietarios de las viejas casonas, asunto que requeriría intervención inmediata de la administración distrital porque a ella quizá también le cabe su cuota de responsabilidad por permitir semejante situación, cuando debería preocuparse por exigirles adecuado mantenimiento y un buen estado de conservación en este tramo tan importante.
Uno de los rasgos distintivos de una ciudad moderna y en desarrollo, es el cuidado de las fachadas en todo tipo de construcciones. En otros lugares del mundo constituye un orgullo para sus ciudadanos, quienes dedican muchas horas a su cuidado y limpieza. Al comparar -aunque resulte odioso- con ciudades europeas o norteamericanas, en estas prima un riguroso sentido de la estética urbana, o en ciudades asiáticas cuya legendaria historia puede apreciarse en toda su belleza. No es posible que se permitan en Bogotá construcciones tan heterogéneas, abandonadas a su suerte, ciegas sus ventanas porque han sido selladas y tapadas con cemento, tablas o cartones, como si se trataran de tugurios en zonas marginales.
Y algo más lamentable aún. Pintarrajeadas en forma insolente por enloquecidos “grafiteros” que sólo buscan descargar su neurosis sobre las paredes. Con razón lo establece el dicho popular “La pared y la muralla, son el papel de la canalla”. Verdaderos artistas respetan las normas estéticas y sus grafitis son creaciones que a diferencia, se constituyen en obras que embellecen la ciudad aunque en contados casos se observan materializadas. La mayoría de mamarrachos de la séptima, aquellos que se estampan en fachadas de edificios o locales comerciales en las manifestaciones callejeras, desde la calle 26 hasta la Plaza de Bolívar, son imágenes burdas o letreros ofensivos que ultrajan la retina y atentan contra una cultura urbana que la gran mayoría de personas quiere profesar por su ciudad.
Es hora señor alcalde, que usted transite por la carrera séptima en el tramo mencionado y verifique los adefesios arquitectónicos que pondrían a llorar a muchos y a los restauradores modernos a trabajar en su recuperación. A mí me da tristeza recorrer la zona con mi cámara fotográfica, la extensión de mis ojos, y observar el lamentable deterioro de uno de los sitios emblemáticos de Bogotá. Si algún día tendremos tranvía eléctrico o metro, ojalá esa escenografía desventurada haya sido restaurada con el propósito de hacerla grata a la vista.
lunes, 9 de agosto de 2010
Cumbre Santos Chávez
Con este tautograma en S, quiero describir lo que puede ser la cumbre Santos-Chávez, a celebrarse mañana en algún lugar de Colombia.
Si Santos sabe sortear situación, si se sienta sobre solio sempiterno sosteniendo singular sinergia, si su sagacidad sale sobrada, si su simetría sienta sincretismo, si su simpatía sirv...e, si sabe ser sereno sin subordinación, sin servilismo, si su socrático silogismo sale solidificado, si sobrepone sindéresis sobre soberbia, si sella soluciones sin sobresaltos, sin sofismas solapados, sin susceptibilidades soterradas, sin sutiles sentencias, si su signatario sabe superar sermoneadera sin sonsonetes satíricos, sin sainete, sin sucios superlativos, seguramente se superará severa sismicidad sociopolítica solucionándola sabiamente.
Si Santos sabe sortear situación, si se sienta sobre solio sempiterno sosteniendo singular sinergia, si su sagacidad sale sobrada, si su simetría sienta sincretismo, si su simpatía sirv...e, si sabe ser sereno sin subordinación, sin servilismo, si su socrático silogismo sale solidificado, si sobrepone sindéresis sobre soberbia, si sella soluciones sin sobresaltos, sin sofismas solapados, sin susceptibilidades soterradas, sin sutiles sentencias, si su signatario sabe superar sermoneadera sin sonsonetes satíricos, sin sainete, sin sucios superlativos, seguramente se superará severa sismicidad sociopolítica solucionándola sabiamente.
miércoles, 23 de abril de 2008
Bogotá desde el cerro de Monserrate
Bogotá desde Monserrate
Por: Joaquín Reyes Posada
"El que a Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate", como dice el bambuco, no sabe de lo que se ha perdido. Es uno de los programas más atractivos. Ascender por el teleférico, abandonar la ciudad y verla imponente y bella, extendida sobre la sabana que una vez dejó deslumbrado al conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. Al llegar a la estación, se observa la iglesia del Cristo de los Caídos que formó parte de las construcciones religiosas relacionadas con el Jubileo del año 2000. Por tal razón aumentó el número de turistas que llegaron a visitarla, acercándose a menos de 2.600 metros de las estrellas. Es realmente fascinante. Todos los fines de semana, y de manera especial los domingos, la romería de visitantes resulta incalculable. Ascienden a pie, en funicular o en teleférico, llegan a pagar una promesa, a saborear un exquisito plato en el restaurante San Isidro o a degustar una golosina en medio del aire fresco.
También llegan a Monserrate a mirar la ciudad con aire de excusable prepotencia, extasiados en el paisaje sabanero que nos llena de orgullo y emoción. Desde allí se siente la majestad de la naturaleza en comunión con el espacio urbano de Bogotá, ciudad turística por excelencia, enriquecida en los últimos meses por un cambio de imagen que la hace a los ojos de propios y extraños una urbe amable. Ahora se puede caminar a gusto a través de amplias aceras, mientras se trabaja por una cultura que hace prevalecer al hombre sobre el automóvil y se lucha por resolver el atafago vehicular al tiempo que se construyen ciclorutas. La bicicleta, sin duda, llegará pronto a ser un medio alternativo de desplazamiento por la ciudad, saludable y efectivo.
Y así, a rueda suelta, seguirán produciéndose hechos sorprendentes que harán de Bogotá no sólo la primera ciudad turística de Colombia, sino una de las estaciones preferidas de miles de extranjeros que vendrán a apreciar el renacimiento de su entorno urbano. Esto será realidad cuando se logre sepultar el caos en aras de la convivencia y la civilidad que tanto beneficio otorga.
Andenes para la gente reza el mensaje publicitario. A medida que las obras avanzan, se acrecienta la autoestima de la gente por Bogotá. La etapa de duras críticas ha cedido para dar paso a comentarios positivos. Cuando la ciudad nos cale en lo más hondo de nuestros afectos, cuando entendamos que vale la pena un mínimo esfuerzo para buscar el parqueadero más cercano, cuando dejemos la mala costumbre de arrojar basuras sobre las vías, ahora entapetadas con nuevo pavimento, cuando aprendamos a reconocer que agresividad e intolerancia sólo lesiona a quien practica dichas conductas, cuando en días soleados salgamos a las ciclovías a respirar aire puro, cuando aprovechemos civilizadamente el patrimonio cultural y valoremos a esta querida ciudad que hoy es de todos y al mismo tiempo de nadie pero que en buena hora cambia para beneficio común, ese día se habrá producido una verdadera revolución urbana que nadie podrá ya detener.
Por: Joaquín Reyes Posada
"El que a Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate", como dice el bambuco, no sabe de lo que se ha perdido. Es uno de los programas más atractivos. Ascender por el teleférico, abandonar la ciudad y verla imponente y bella, extendida sobre la sabana que una vez dejó deslumbrado al conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. Al llegar a la estación, se observa la iglesia del Cristo de los Caídos que formó parte de las construcciones religiosas relacionadas con el Jubileo del año 2000. Por tal razón aumentó el número de turistas que llegaron a visitarla, acercándose a menos de 2.600 metros de las estrellas. Es realmente fascinante. Todos los fines de semana, y de manera especial los domingos, la romería de visitantes resulta incalculable. Ascienden a pie, en funicular o en teleférico, llegan a pagar una promesa, a saborear un exquisito plato en el restaurante San Isidro o a degustar una golosina en medio del aire fresco.
También llegan a Monserrate a mirar la ciudad con aire de excusable prepotencia, extasiados en el paisaje sabanero que nos llena de orgullo y emoción. Desde allí se siente la majestad de la naturaleza en comunión con el espacio urbano de Bogotá, ciudad turística por excelencia, enriquecida en los últimos meses por un cambio de imagen que la hace a los ojos de propios y extraños una urbe amable. Ahora se puede caminar a gusto a través de amplias aceras, mientras se trabaja por una cultura que hace prevalecer al hombre sobre el automóvil y se lucha por resolver el atafago vehicular al tiempo que se construyen ciclorutas. La bicicleta, sin duda, llegará pronto a ser un medio alternativo de desplazamiento por la ciudad, saludable y efectivo.
Y así, a rueda suelta, seguirán produciéndose hechos sorprendentes que harán de Bogotá no sólo la primera ciudad turística de Colombia, sino una de las estaciones preferidas de miles de extranjeros que vendrán a apreciar el renacimiento de su entorno urbano. Esto será realidad cuando se logre sepultar el caos en aras de la convivencia y la civilidad que tanto beneficio otorga.
Andenes para la gente reza el mensaje publicitario. A medida que las obras avanzan, se acrecienta la autoestima de la gente por Bogotá. La etapa de duras críticas ha cedido para dar paso a comentarios positivos. Cuando la ciudad nos cale en lo más hondo de nuestros afectos, cuando entendamos que vale la pena un mínimo esfuerzo para buscar el parqueadero más cercano, cuando dejemos la mala costumbre de arrojar basuras sobre las vías, ahora entapetadas con nuevo pavimento, cuando aprendamos a reconocer que agresividad e intolerancia sólo lesiona a quien practica dichas conductas, cuando en días soleados salgamos a las ciclovías a respirar aire puro, cuando aprovechemos civilizadamente el patrimonio cultural y valoremos a esta querida ciudad que hoy es de todos y al mismo tiempo de nadie pero que en buena hora cambia para beneficio común, ese día se habrá producido una verdadera revolución urbana que nadie podrá ya detener.
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